Observé como el ricitos flirteaba con la pizzera cuando su
turno llegó. ¿Por qué odiaba no poder escuchar la conversación? Yo nunca había
sido así, nunca.
Se notaba a leguas que aquella chica estaba loca por él, ¿lo
estaría él por ella también? Deberíamos preguntarle a su joven amiga la cuál le
acompañaba en un bonito paseo anteriormente.
Un poco cansada de andar decidí sentarme en una mesa hasta
que mi pedido estuviera listo y observé como él tras ser atendido se colocó de
pies en frente de mí.
Notaba como sus ojos me analizaban detenidamente, sin
ninguna vergüenza ni miramiento, y aunque yo intentaba fingir que no me había
dado cuenta ni me importaba, no podía soportarlo, ¿a qué jugaba? Decidí hacerle
la guerra, torneé mis ojos hacía el y comencé a escrutarlo, cuanto mas lo
miraba mas segura estaba de conocerlo. ¿Quién narices era? Esta situación
estaba comenzando a convertirse en algo totalmente desesperante.
-¿Tengo monos en la cara? –pregunté cruzándome de brazos a
la vez que le miraba fijamente.
-No, en realidad lo que llevas es un moco colgando de la
nariz. –Comentó como respuesta a mi pregunta y yo me llevé una mano a la nariz
para tapármela un tanto avergonzada. ¿De verdad llevaba un moco? ¡Tierra
trágame! - ¡Qué es broma! –Exclamó acercándose y entonces un recuerdo
inundó mi memoria.
---FLASHBACK---
Era el día, el día de la mudanza. Hoy dejaría todo atrás
para comenzar una nueva vida. Y era la primera vez que sentía pena por irme, en
realidad no me lo había acabado de creer hasta este mismo momento.
Cuando me encontraba en frente de mi jardín, vestida con un
bonito vestido de flores y un lazo a conjunto en la cabeza, a mis diez años de
edad y emperifollada de aquella manera me sentía como una princesa.
Mis amigos comenzaron a despedirse de mí, pero entonces
cuando tan solo quedaba él, Harry le miré y me encontré con que él estaba
mirándome fijamente, no decía nada, no se movía, solo me miraba fijamente, sin
ni siquiera pestañear.
-¿Tengo monos en la cara? –pregunté cruzándome de brazos.
-No, en realidad lo que llevas es un moco colgando de la
nariz. –Contestó totalmente serio e imitando mí gesto de cruzarme de brazos.
¡Dios! ¿Enserio llevaba un moco? ¡Qué vergüenza! ¡Tierra trágame! -¡Qué es
broma! –Exclamó riéndose a la vez que se acercaba a mí y nos fundía en un
abrazo. –Nunca me olvidaré de ti. –Susurró.
-Nunca. –Secundé.
Y aquellas fueron nuestras últimas palabras antes de
decirnos un adiós sin fecha límite.
---FIN DEL FLASHBACK---
Tras aquel recuerdo todo mi mundo acababa de ponerse patas
arriba, ¿era él? ¿Harry? ¿Mi Harry? –Sacudí la cabeza. No era más que una
coincidencia.
-¿Me persigues? –preguntó sentándose en la silla sobrante
que había en la mesa en la cual me encontraba.
-¿Perdona? –Ironicé un tanto sorprendida por aquella
pregunta, ¿de qué iba?
-El aeropuerto, el parque, aquí… ¿me vas a seguir a casa?
–Preguntó de nuevo. ¿En el aeropuerto?
-¿En el aeropuerto? –pregunté esta vez yo, ¡yo no lo había
visto en el aeropuerto!
-Bajaste con mi amigo Louis del avión y vi como me mirabas.
–Afirmó totalmente seguro, tragué saliva, ¿Louis y Harry? ¿Era amigos? ¿Estaban
en Londres? ¡Ambos me sonaban demasiado! Las piezas comenzaban a encajar…
-Siento decepcionarte, -comencé a hablar. –Pero tu
existencia me es indiferente. –Mentí prohibiendo que ninguno de mis
pensamientos reales salieran a la realidad. Y entonces comenzó un juego de
sonrisas falsas. Ambos fingíamos estar encantados con aquella conversación sin
saber por qué, quizá para intentar no dejar ver lo que ambos sentíamos.
En esos momentos la voz de la pizzera pronunció los números
de un par de pedidos, entre ellos el mío, por el megáfono. ¡Gracias!
-Mi turno, ha sido un placer. –Sonreí falsamente a la vez
que me levantaba, pero vi que él también se ponía en pie.
-También es el mio. –Sonrió andando a mi lado hacía el
mostrador.
-¡Guapa! ¿Ya están? –Preguntó el ricitos cuando llegamos
allí, ¿perdón? Puse los ojos en blanco por un momento y después dibuje una
mascara seria en mi rostro.
-Dime, Harry: ¿cuántas veces te tengo que decir que no
ligues conmigo? –Preguntó ella apoyándose en el mostrador y él se encogió de
hombros. ¿Ignoraban que sería aquí?
-No se, unas cuantas Nuria. –Observe como la camarera ponía
los ojos en blanco disimulando que bebía los vientos por él, se notaba.
-Bueno, ¿están las
pizzas? –Pregunté seria, no me gustaba ser ignorada, y a demás estaba deseando
salir de allí.
-Están. –Contestó sin más entregándonoslas y tras pagar la
mía ambos nos dimos la vuelta. - ¡Moroso! –Exclamó ella y Harry al darse por
aludido se dio la vuelta. - Mi dinero.- Pidió estirando la mano y él tras poner
los ojos en blanco se lo entregó.-Vas aprendiendo- Afirmó y ambos rieron, ¿qué
confianzas eran estas?
Salí a la calle antes que él, pero algo me decía que no me
libraría tan fácilmente.
-¡Oye! –exclamó tras de mi al salir a la calle.
-Oigo. –Musité girándome hacía él.
-¡Qué Chispa! –exclamó irónico poniendo los ojos en blanco.
-Ya ves, de mayor quiero ser mechero. –Le contesté
guiñándole un ojo y él rio, aquella risa, sonaba perfecta. ¡¿Pero qué estas
diciendo Taylor?! Vuelve a la tierra.
-Vas por buen camino, -afirmó. -¿Te vienes a cenar?
–preguntó así sin más y no pude evitar soltar un irónico: ¡JÁ!
-¿Tan fácil crees que soy? –Pregunté elevando una ceja,
-además ya tengo cena. –Dije señalando mi pizza, la cual se estaba comenzando a
enfriar, y yo también.
-Me refería conmigo y unos amigos. –Puso los ojos en blanco.
–Ya conoces a Louis, ayer vino y estamos los cinco juntos después de un tiempo.
–Vale, ¿por qué me contaba su vida? Pero… ¡Echa el freno! Louis, Harry… eran 5…
tragué saliva y…. Cometí una locura.
-Ésta bien. –Acepté, ¿de verdad? ¿Acababa de aceptar? Madre
mía… suspiré.